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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ MARTÍNEZ

ENTREVISTA AL SR. MEDIO

        

Estamos en la casa del auténtico hombre corriente.  Vive en un edificio que no se distingue en nada de los que le rodean: la misma fachada, la misma puerta, el mismo recibidor con espejo a la izquierda y la misma mujer.  Su estatura es media, ni alto ni bajo, su cara nunca expresa nada fuera de lo normal.  Tiene un trabajo aburrido del que no está nada satisfecho, como casi todo el mundo.  No tiene aficiones raras, no bebe en exceso, no es una mala persona, pero tampoco es el buen samaritano.  Nos recibe embutido en una bata de cuadros tres tallas más pequeña de lo que necesita y calzado con unas destrozadas zapatillas de guata y con esa cara de sueño que se nos pone los sábados por la mañana.

 

-Buenos días, pasen –nos dice- estaba a punto de tomarme un café con magdalenas.

 

Nuestro anfitrión nos conduce sin aspavientos, sin movimientos bruscos ni forzados, a un saloncito en el que entran los rayos de sol tamizados por una cortina color teja que oculta una tímida ventana.

 

-¿Así que usted es el español medio?

-Eso dicen, tengo el sueldo medio, la familia media, el coche medio, la edad media y espero llegar a la vida media. Tengo dos hijos (en eso me aparto de la media que son 1,8, pero el mayor es un poco disperso), hago el amor una vez a la semana (preferentemente los viernes), tengo una dieta con más calorías de las que necesito y bebo más alcohol que el que recomiendan los médicos.  No hago casi ejercicio, paso más tiempo en el trabajo que jugando con mis hijos y comparto las tareas del hogar solamente en un 21,5 %.

-¿Así que su existencia es una pura estadística?

- Sí y por eso mi trabajo consiste en sondear la opinión del espectador medio, yo mismo, del consumidor medio, “el menda”, el elector medio y en todas las facetas de la vida pública en las que se necesita investigar las tendencias de las mayorías.  Me paso el día explicando a los publicistas que color de envoltorio es mi preferido, que forma de bote de champú me resulta más atractivo y si me da vergüenza pedir una coca-cola Light.  Me llaman los encuestadores de todos los partidos esperando que me decante por sus respectivas tendencias políticas.  Mi mesa de trabajo está repleta de propaganda y muestras gratuitas, de bolígrafos con logotipos brillantes y hasta una navaja con el emblema de una conocida central sindical.   

 

La entrevista discurre sin ninguna sorpresa, el Sr. Medio nos ofrece su mejor perfil para el reportaje fotográfico, siempre del lado derecho, camina por todo el salón con pequeños saltitos hasta que algo nos sorprende: ¡Su lado izquierdo no existe! En su lugar hay un vacío extraño, que nos hace emitir un grito horrorizado.

 

¿De qué se extrañan? –nos dice- ¿qué querían del español medio?

 

JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ

PINA  marzo de 2007

 

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